Bohemia, junto a Moravia y Silesia, son unas regiones históricas que forman parte de la República Checa (o eso me dice la wikipedia). Bohemios eran los gitanos que cruzaron fronteras hasta llegar a Francia y a los cuales debemos el término para definir a esas personas (artistas) de vida libre, caótica y desenfadada. Evidentemente, es un término demodé, como bien nos explica Núria Puig en su artículo “La sociedad de la Post-bohemia o el fracaso de la Sociedad de la Información”. La pregunta de ¿porqué hacemos lo que hacemos? es desde la post-bohemia, desde la paradoja de ser “obreros de la conocimiento y de la cultura”, y esto sí, podríamos vincularlo a muchas ideas: ser un trabajador o proletario, ser una abeja o hormiga obrera y aquí me quedo con la primera acepción del diccionario de la RAE: persona que trabaja.
Somos entonces unas personas que trabajamos para la cultura y el conocimiento, o eso se le supone, porque en la mayoría de los casos se desvincula el trabajo del ingreso de dinero que nos permitiría ser obreras con sueldo. Por ello, no podemos olvidar nuestra condición post-moderna y líquida que nos ha tocado vivir (o eso dicen algunos autores). Vivimos en una compleja red donde la cultura se convierte en producto cultural o no es. Aquello que antaño y, seguramente actualmente, era un acercamiento a Dios (entendido como aquello omnipotente) o inefable, esa facultad para transmitir verdades que las prácticas artísticas tienen, ese signo del bohemio, para un post-bohemio resulta, a veces, un sobreesfuerzo que hace que te preguntes, de vez en cuando: ¿qué estoy haciendo?. Después de esa primera pregunta vienen muchas más, que podríamos enumerar hasta el infinito.
Pero seguimos viviendo en la época del deseo, de la seducción, de la emoción, en la sociedad del espectáculo de Baudrillard. ¿Lo que hacemos seduce? ¿enamora? ¿emociona?, quizás no, o quizás nuestra condición entre post-moderna y post-bohemia no nos permite transgredir los límites. Aunque perfectamente capacitadas, quizás no hayamos llegado a la post-modernidad fragmentada donde los relatos han perdido validez, donde descreídos de verdades conforman nuevas. Quizás en cualquier condición haya algo atávico que nos ata a un pasado que creemos historia.
En todo caso y sobre cualquier condición, seguimos siendo obreros de la cultura y del conocimiento o así nos consideramos (aunque no salgamos en primera página del Hola), seguimos adelante porque alguien nos dijo que era posible. Y seguimos haciendo “productos culturales” con posibilidad de compra a través de redes complejas, de las más absoluta contemporaneídad, como Verkami o cualquier red social o correo electrónico que os permita poneros en contacto con hormiguitas obreras como Rita Andreu y su proyecto de edición de una publicación híbrida entre catálogo y libro de artista del ciclo “Realitats Alterades”
¿Os he seducido?