El primer domingo de “flores”, para alguien que vive en la ciudad, es una locura salir a recorrer las calles. Para alguien que trabaja y sólo tiene una hora para la captura, hacerlo se convierte en un divertimento, para que que engañarnos. Así que en ese divertimento de atravesar las calles llenas de personas, fascinadas (o no) de lo que está ocurriendo, con ese fantástico invento que es el móvil que fotografía instantes he recorrido, durante casi una hora, la ciudad. Me he sentido, un poco, como la turista que el autobús deja en la ciudad un corto lapso de tiempo, corto, como cuando visité Pisa (y allí solo nos dejaron ver la torre). Eso sí, no he hecho cola, y sólo he podido capturar lo que podía, alzando el móvil entre las cabezas de miles de personas que formaban un río de caudal inacabable y las señales que me anunciaban el “aforo de personas completo”. Como en realidad era un divertimento y conozco la ciudad he encontrado los rincones vírgenes, oasis en los que descansar. Para comer, “panades” en Sa Botigueta, una silla de reposo y tranquilidad en su interior (eso es tener amigos).
El sosiego siempre es breve y se ha de continuar, así que cámara (móvil) en mano he seguido hasta llegar a las calles que se acercan a mi punto de destino. Dije que era “Temps de Flors” pero no siempre son flores lo que te encuentras, vestir la ciudad de flores seria casi una misión imposible. Así que las personas que vienen a ver flores, siempre se encuentran con alguna sorpresa, por el mayor o menor acierto en la decoración, intervención, instalación, vamos que puede que no encuentren ni una. La mía, la sorpresa de hoy me ha hecho reír mucho, por el antagonismo (o no) de la composición, los materiales, la colocación en el espacio, las preguntas de las personas de mi alrededor, su todo. Después de la última visita en esa hora, de reír, yo sola (no sé si en alto) un buen rato he enfilado hacia las alturas para volver al trabajo.
Eso sí, me he permitido volver, esta vez con la calma del paseo, ha capturar lo que realmente me había fascinado del itinerario inicial. Las fotografías no son de calidad, es un móvil, pero el recuerdo sí que está, el souvenir del TdF2015 ha quedado fijado.
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