Me hallo situada en la latitud exacta para enumerar el intervalo de tu mirada. Sí, ese preciso momento en que se entrelazan, danzando entre los armónicos, en medio de los segundos sin tiempo. Abro un espacio entre los horizontes que interpelan la palabra. Interrumpo mi danza habitual para deambular entre el silencio y sumergirme en el misterio de la quietud suspendida. Me hallo en un lapso adentrándome en la esfera del estar sin estar. Respiro cómodamente entre los cálculos matemáticos que no explican nada y trazo vectores que me sitúan ante la distancia exacta de tu perfil.
Miro.
¿Cuantas veces me has hallado aquí?