Camino lentamente sobre el hilo, deambulo acariciando entre los deslices del otoño su suave textura. El filamento blanco comienza a danzar y no me queda más remedio que seguir los compases que marca. ¿Trenzamos sueños? Entretejidos fugaces, coreografías infinitas tañen el bermejo ovillo. Sí, aquel que quedó prendido del pretérito esperando la cosecha. El pálido danzarín se detiene un instante, sólo un instante alejado del tiempo, de pretéritos, de presentes y de porvenires. Sólo un instante, alejada del tiempo. En letargo, como hibernando entre el níveo y el púrpura, detenida. Un firmamento de magentas me circundan, entre el cristalino y el rubí, toda la gama rosácea se acerca exaltada en un sola pirueta. Perfecta. Absoluta. Río en ese instante detenido. Debo seguir danzando entre hilos, entre las formas que nos separan, entre los delirios que unen, en un mapa, en tu mapa.