Y si me preguntas, quizás no tenga respuesta. ¿Cómo le explico que no pasa nada? Y si me preguntas, puedo responderte que somos cuerpo, inevitablemente, y puede que, además, no haya explicaciones posibles en la ausencia. No razona o, quizás comprende demasiado y no llegamos a entenderlo. Me miro al espejo para cerciorarme de que soy yo. Sí, es evidente que hay unos ojos oscuros que me miran, unos ojos que todavía se sorprenden a sí mismos, de vez en cuando. Soy yo, sí, y por ello sigo intentado encontrar palabras que definan, argumenten, analicen, deduzcan, localicen, posicionen, sitúen inundaciones acuosas en su justa medida. Sí, es un dolor, pero .. no es físico. Otro intento, este visual, el cuerpo fragmentado en piezas, las has ido colocando, pacientemente, las que has encontrado en el camino, las que te ofrecieron generosamente, las que has fabricado con perseverancia, son muchas. Una de las valiosas piezas que te han conformado, la de color, bueno.. no sé, en realidad podría ser de cualquier color, no hacen falta tantos detalles. O sí, la pieza de color sofá, con matices de ese blanco humo. Sí, también tiene algo de rosa cortina, que siempre combina con todo. No sé si también algo del tremendo marrón (en todas sus tonalidades), siempre está presente, aún no sé porqué. La pieza coloreada se deshace y se convierte en hilo, de colores, un hilo que puede estirarse hasta el infinito. Y una mano, que no es mano, lo estira.. empieza el deshilado, paulatino, pausado, la pieza se va deshaciendo y sientes el vacío. ¿Dónde está? Y en tu empeño, sigues la hebra.. miras el hueco, adviertes todo lo que contiene la carencia, el cuerpo tiene memoria. Sigues la hebra.. y todos los colores y las palabras te empiezan a relatar su historia. Los escuchas y por fin ese cuerpo que somos, sonríe. No has perdido nada me digo en ensalmo. Y sientes en tu ombligo, un filamento de colores. Y si me preguntas, sigo sin respuesta… pero seguiré la fibra irisada.