Lentamente el vapor cubre la ventana que mira hacía el jardín y en ella se dibuja un nuevo año. Es el ritual. Tu biografía se compone de ritos heredados y los que vas creando en los días que marcan compases. Uno, dos, uno, dos. Empieza el baile y te sitúas en el mediodía de lo desconocido, en el lugar exacto y preciso donde los minutos danzan. Un, dos, tres, un, dos, tres. Giro. Se sitúan en el hilo que cruza el espacio que te separa del porvenir. Justo en el linde. El intervalo se acelera y los segundos entran en el escenario para descontarse de tiempos pasados. Y sonríes, no sabes porqué pero sonríes. Ya está, estamos en ese momento mágico, frente a la arista por inventar, del mapa por trazar, de todos los momentos necesarios por vivir. Se cruzan las miradas, se alzan las copas y deseas ese transcurrir una y otra vez. Agradeces los instantes, guardas el momento en la arca del tercer cajón y duermes suavemente.