Cambio de estación. ¿Hacía donde nos lleva hoy el tren?. Pues no tengo ni idea, sólo sé que he de subir, que los trenes pasan en ese minuto obligado que quizá no se vuelva a duplicar. Sujeto firmemente el pasamanos y en un pequeño salto ya estoy dentro. Sin dirección pero con propósito transito los espacios que me acogen. Se acercan hacía mí unas notas huídas del corsé de su partitura, alegres y libres, en cascada resuenan invocando a la primavera, pero no a cualquier primavera sino a la que invita a la liberación. La danza en cadencia las va transportando, una a una las notas adheridas al cuerpo estallan en perfiles lejanos para ofrecernos el rostro de la ofrenda. Con las “primaveras” entre mis manos no puedo sino ofrendarlo como regalo al equinoccio, para que sea propicio este año.