Corales verdes

Mi cuerpo casi dormido, indiferenciado de la sábana blanca. Te acercas lentamente, descubriendo cada uno de los parajes del camino. Tus manos deambulan, se acercan y mi piel tiembla trémula bajo las yemas. El roce rugoso desampara años de acopio y la epidermis se derrumba. Siento la desnudez deslizándose entre las quebradizas formas que la envolvían. Desposeída de absurdos ancorajes puedo ausentarme de ti y huir hacía un arrecife de corales verdes. Sí, existen corales verdes en un mundo no tan extraño como pueda parecer. Nadando entre el arrecife me voy despojando de mí misma hasta convertirme en agua.

Hoy, soy agua.