Éones

Eónes ruborizados se contornean en los aledaños de mi talle, coreografían danzas atávicas y se aventuran a transitar la habitación roja. Mi mirada sigue el delicado itinerario de sus perfiles. Descubiertos en su afán se suspenden en el intervalo de un segundo, inmóviles. Entre carcajadas atonales se (re)sitúan virando hacía su izquierda, para dedicarme una melodía, tenues apuntes, ensayos relegados, suaves notas que inundan la habitación roja y me dejan, por unos instantes, en silencio.