Éones

Eónes ruborizados se contornean en los aledaños de mi talle, coreografían danzas atávicas y se aventuran a transitar la habitación roja. Mi mirada sigue el delicado itinerario de sus perfiles. Descubiertos en su afán se suspenden en el intervalo de un segundo, inmóviles. Entre carcajadas atonales se (re)sitúan virando hacía su izquierda, para dedicarme una melodía, tenues apuntes, ensayos relegados, suaves notas que inundan la habitación roja y me dejan, por unos instantes, en silencio.

A la primavera

Cambio de estación. ¿Hacía donde nos lleva hoy el tren?. Pues no tengo ni idea, sólo sé que he de subir, que los trenes pasan en ese minuto obligado que quizá no se vuelva a duplicar. Sujeto firmemente el pasamanos y en un pequeño salto ya estoy dentro. Sin dirección pero con propósito transito los espacios que me acogen. Se acercan hacía mí unas notas huídas del corsé de su partitura, alegres y libres, en cascada resuenan invocando a la primavera, pero no a cualquier primavera sino a la que invita a la liberación. La danza en cadencia las va transportando, una a una las notas adheridas al cuerpo estallan en perfiles lejanos para ofrecernos el rostro de la ofrenda. Con las “primaveras” entre mis manos no puedo sino ofrendarlo como regalo al equinoccio, para que sea propicio este año.